Una de las que aún reluce entre ese extenso listado es, sin dudas, “Take on me”, una exquisita y pegadiza composición surgida en 1985 y que, firmada por, en aquel entonces, un ignoto grupo llamado A-ha, colocaba por primera vez a Noruega en un lugar destacado dentro del mapa de la música pop. A ese tema y a ese disco debut, Hunting high & low, le siguieron más hits y más álbumes que fueron posicionando al trío como uno de los abanderados más exitosos y representativos del synth pop, al punto tal que en 1987 llegaron a ser convocados para interpretar el tema principal de una de las aventuras cinematográficas de James Bond: The living daylights.
Ya bien entrados los ‘90s, la brillante estela de A-ha comenzó a menguar, al menos en este lado del mundo. Aunque no ocurrió lo mismo en Europa, donde lograron mantener el interés de las audiencias de aquellas latitudes con nuevos lanzamientos.
Con la aparición de Foot of the mountain en 2009, el nombre de la banda volvió a sonar bien fuerte en todo el planeta, desde el momento en que la mayoría de los comentarios coincidían en señalar lo acertado (y oportuno) de haber retomado el sonido y la impronta pop sintética de sus comienzos. Sin embargo, junto con la feliz noticia del lanzamiento del álbum, A-ha anunciaba que emprendería su retiro definitivo de los escenarios a bordo del Farewell Tour, su gira mundial de despedida y la excusa perfecta para visitar nuevamente Buenos Aires, como parte del tramo sudamericano que han dado en llamar Ending on a High Note Tour.
Acompañado por una impactante y gigantesca pantalla de leds como única escenografía, A-ha construyó en un completo Luna Park un concierto que fue ganando intensidad con el transcurso de los minutos. Tras un inicio enfocado en Foot of the mountain y sus más recientes producciones, los temas que todos esperaban escuchar comenzaron a sonar uno tras otro: “Crying in the rain” (cover de The Everly Brothers) y “Stay on these roads” provocaron los primeros aplausos de la noche que luego se transformaron en coro unánime para secundar el pulso rítmico de “The blood that moves the body” y la contagiosa “The living daylights”.
Un pequeño set acústico y algunos coqueteos con el funk y el rock sirvieron para demostrar la apertura musical de la banda. De todos modos, la esencia de A-ha descansa en la notoria presencia de los sintetizadores, teclados, secuencias y bases programadas que lo linkean con sus raíces electro pop. Sin el pulso maquinal y marcial de los pioneros Kraftwerk ni la oscura densidad de Depeche Mode y bien lejos del espíritu juguetón y gay friendly de Erasure, el tecno pop pergeñado por el combo noruego se destaca por el peso específico de su perfil melódico, donde relucen los arreglos vocales y los climas emotivos, apasionados e introspectivos salidos de la pluma de su principal compositor, el guitarrista Paul Waaktaar-Savoy.
La fórmula se completa con el aporte sobre las teclas de Magne Furuholmen (el más comunicativo con el público), el apoyo logístico en vivo de un baterista y un segundo tecladista y de su “as de espadas”: Morten Harket, quien, independientemente del innegable atractivo físico que enloquece a las mujeres, no es sólo una “cara bonita” sino un estupendo cantante que, con movimientos pausados y lánguidos, continúa seduciendo y emocionando a través de un registro vocal etéreo, casi celestial, inmune al paso del tiempo y capaz de alcanzar sostenidos agudos.
“Scoundrel days”, “Cry Wolf”, la festejada “I’ve been loosing you” y la belleza de “Hunting high and low” elevaron la temperatura de un show que alcanzó su punto de ebullición con “The sun always shines on T.V.” y “Take on me”, ese hit imbatible e indestructible que hizo eyectar al público de sus butacas para transformar al Luna Park en una verdadera pista de baile ochentosa.
Sin necesidad de apelar a recursos nostálgicos, el trío nórdico se despidió de la Argentina con un concierto vibrante, a la altura de las expectativas y evidenciando que, a pesar de su anunciado “retiro voluntario”, aún goza de un excelente estado escénico y de un conglomerado de canciones que se mantienen vigentes en el inconsciente colectivo más allá de edades, épocas y modas. Hasta siempre A-ha.
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