
De acuerdo al contrato firmado por ambas partes, EMI no puede separar o extraer las canciones dado que las mismas, al no ser lanzadas como simples en su momento, sólo pueden ser adquiridas por el público como parte de todo un álbum.
La discográfica argumenta que, como el acuerdo fue establecido antes de la era digital, esa cláusula no se aplica a las descargas ofrecidas por sitios del estilo de iTunes. Pink Floyd selló el contrato en 1999 y en el mismo quedó bien clara la prohibición de que los temas sean tomados fuera del contexto de una obra.
EMI señala que eso sólo se da con los lanzamientos en soporte físico (discos de vinilo o CDs) mientras que el abogado de la banda, Robert Howe, afirma que la posición del sello no tiene sentido.
Esta no es la primera vez que se produce un cortocircuito entre los Floyd y la multinacional: el año pasado, la agrupación de Roger Waters, David Gilmour y compañía demandó a EMI por calcular mal sus derechos de autor.
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