Con un set poderoso, el colorado Dave Mustaine y su combo sacudieron la Capital Federal disparando riffs y clásicos inoxidables.En lo que fue una velada inolvidable para las huestes del metal, Megadeth desprendió lo mejor de su repertorio e hizo vibrar (literalmente) al Luna Park con una seguidilla de bombas musicales.
Una hora y media después de lo anunciado (desde la producción, acusaron problemas de sonido), el combo capitaneado por Dave Mustaine aterrizó sobre el escenario del templo del boxeo y oficializó su más reciente álbum, Endgame.
En todo momento y contrariamente a lo que había sucedido con O’Connor unos minutos antes, las casi 6000 almas que coparon el recinto se mostraron receptivos con lo que venía desde arriba, ofrendando transpiración, melenas al viento y gargantas enrojecidas.
En la hora y media que duró el derrotero del grupo californiano, también hubo espacio para festejar por las dos décadas de su cuarta y más emblemática obra, Rust In Peace (1990). “Derramar la sangre por todo el país / Matar por religión / Algo que no entiendo” (“Holly war”), cantaba como poseído Mustaine y la multitud deliraba sin límites.
Así, amparado en un carisma a prueba de balas, el cantante colorado hipnotizó a la masa con riff’s endemoniados y canciones inoxidables como “This day we fight!”, “In my darkest hour”, “Hangar 18”, “Take no prisoners”, “Five magic”, “Tornado of souls”, “Symphony of destruction”, “Trust” y “Peace sells”, entre las más destacadas de un set list impecable.
Así, sin bises y con la promesa de regresar pronto, Megadeth dejó en llamas el célebre local de Retiro y se anotó otro punto a favor con el público criollo. Las legiones de remeras negras siempre agradecen este tipo de entrega.
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