Ante 20 mil personas, Skay brindó un recital histórico en la Comuna San Roque. También tocaron Las Pelotas, Viejas Locas y Emir Kusturica.
"Buenas noches, bienvenidos a mi show". "El gourmet del infierno" era el segundo tema que Skay Beilinson interpretaba en la "Plaza Próspero Montaña" (Germán Daffunchio dixit) y el guitarrista presentaba su espectáculo. No era necesario: toda la gente estaba al tanto que el flaco que empuñaba esa Gibson SG fue el violero de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. fue el violero de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Y Skay estuvo a la altura de su leyenda con un recital, tal como ocurrió también en la Comuna San Roque en 2006, al que el adjetivo de histórico no le queda para nada chico.
Con un repertorio bien centrado en sus tres discos como solista, una banda de apoyo que no sólo secunda al líder sino que también se divierte en escena y el buen gusto en la interpretación intacto, Skay volvió a decirle, a los fieles picoteros y a los que no, que es el guitarrista de rock más importante de la Argentina, sin exagerar. Ataques al instrumento sólidos y precisos, solos de categoría ejemplar, un sonido que sólo precisa de un par de Marshall y una pedalera simple para ser límpido y potente, e influencias que van desde la urbanidad de Tom Verlaine a la pirotecnia de Jimi Hendrix. Skay va, viene, te enfrenta, te guiña un ojo y de inmediato la rendición ante sus seis cuerdas es incondicional.
"¿Dónde estas?", "El gólem de La Paternal", la hermosa "Flores secas". La gente escuchaba con respeto esos temazos, pero quería otra cosa, y el flaco lo sabía. "Vamos con una que sepamos todos", dijo, antes de arrancar con "El pibe de los astilleros", para delirio de la multitud. Un rato después vino "Todo un palo", y el pogo más grande del mundo con "Ji ji ji". El final, con la "Oda a la sin nombre" y la gente coreando el riif y reconociendo de toque ese clásico instantáneo, con Skay con una sonrisa de oreja a oreja, con el deber cumplido, fue extraordinario. Skay, como en su momento Moris, aulló "Sr. Rock, presente", en Córdoba, y en este 2010 será dificilísimo superarlo.
Antes de Beilinson pasaron por el escenario principal Dancing Mood, El Cuarteto de Nos, Las Pastillas del Abuelo y Las Pelotas, cuyo muy buen show quedó opacado por el Tsunami Skay. Germán Daffunchio se atrevió a clásicos del Bocha Sokol como "Veinte minutos", "Sin hilo" o "Shine", y el cóctel de post punk, psicodelia down y reggae pelotero fue local, como antes, como siempre, en La Docta.
Era dificilísimo salir al ruedo después de Skay, y la parada le tocó a la No Smoking Orchestra de Emir Kusturica. "Unza Unza Time" para todos, y la música para bodas y funerales balcánicos que bardea a MTV ("Fuck You MTV") y glorifica a los canes ("Pitbull Terrier") al palo. El cineasta se mantiene en un modesto segundo plano ante todo el caos que se da en cena, y la banda se dio el gusto de parodiar a Pink Floyd y Deep Purple ante un público fiel pero escaso, ya que la atracción principal estaba en el escenario secundario a la misma hora.
Y esa atracción se llamaba Viejas Locas. Con un look bien brit pop, y varios kilos (saludables) de más, Pity Alvarez arrancó con una hora de retraso, pero (a diferencia de Vélez) no defraudo esta vez. La versión 10 de Viejas Locas imita con éxito al período Love You Live de los Stones: coros femeninos, vientos y teclados se suman al núcleo básico de dos guitarras, bajo y batería. "Hermanos de sangre" fue el inicio de un concierto correcto, que por momentos se tornó monótono, pero debido a lo avanzado de una jornada que tuvo 44ª de sensación térmica. Hoy Pity y compañía vuelven a San Roque: sin dudas, el análisis será más exhaustivo y no tendrá la imbatible sombra de Skay para la comparación.
Por Pablo Strozza - Fotos de José Luis García y Diego Paruelo (Enviados especiales a Córdoba) by Rolling Stone