Frente a una acalorada audiencia femenina, el cuarteto británico desató su derrotero de canciones rockeras con alma pop.
Con entradas agotadas desde hace meses y acompañado de una euforia impensada, The Kooks puso un pié en Argentina arropado por un cancionero que exprime los frutos del rock británico al máximo. “Ella no sabe quién es, puedo llevarla a cualquier lugar”, entonaba Luke Pritchard en la primer estrofa de "Always Where I Need To Be", el tema que abrió su show del miércoles en La Trastienda.
Posiblemente, la arrogancia de esa línea transcriba todo el legado que absorbieron estos chicos de Brighton (Inglaterra), quienes transformaron el recinto de San Telmo en una caldera. Entonces, con esa puntualidad que es marca registrada de su tierra, a las 21hs el cuarteto salió a escena, generando un delirio e implementando la danza de las cámaras digitales y los teléfonos celulares.
Maestra de primaria mediante, el concierto habría recibido un “Muy bien 10”. Pero convengamos que, durante los años dorados del Britpop, este grupo jugaría en Primera C. También, vale apuntar que le provocaría una erupción de risa a quien en su vida haya escuchado tres buenos discos de rock.
Sin embargo, The Kooks es una banda simpática, con canciones agradables, estribillos contundentes y mucha garra interpretativa. En este último ítem, es clave el accionar del guitarrista Hugh Harris, alguien que se aprendió de memoria el Manual del Graham Coxon ilustrado, donde hay páginas enteras dedicadas a los trucos de Dave Davies (The Kinks) y a las batallas del rock alternativo.
Así, mientras abajo la numerosa audiencia femenina aullaba con cada movimiento espasmódico de Pritchard y sudaba el maquillaje al ritmo de hits irresistibles como “Ooh La”, “Do you wanna”, “Shine On” o “Naïve”, arriba los británicos explotaban de la manera que lo haría cualquier artista que viaja más de 10.000 kilómetros y se topa con una hinchada absolutamente fanatizada, compuesta principalmente por chicas bonitas en estado de shock.
Después de una hora exacta de show, donde hicieron pendular el repertorio entre sus dos discos, Inside In / Inside Out (2006) y Konk (2008), The Kooks le obsequió 25 minutos más de sudor a su acalorada parcialidad y huyeron raudos, a instantes de que el cantante prometiera volver “soon”. A la salida, padres en coches importados esperaban a sus retoños, al momento que miraban cómo los vendedores de remeras facturaban más que las fábricas de repelente durante el brote del dengue.
Fuente; 10 música. com
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