El músico habla de los seis discos y dos DVDs que integran Andrés: Obras incompletas, una colección de éxitos y grabaciones ocultas del período 1997-2007
La tentación es decir que Andrés: Obras incompletas es el intento de Calamaro por batir su propio récord de desmesura que fue El salmón. Pero esta "caja negra" de gráfica constructivista soviética (diseñada por Zona de Obras), si bien comparte ese ímpetu maximalista (¿megalómano?) del álbum quíntuple, es tanto la retrospectiva de una década (1997-2007) como un objeto de colección y exploración. También es el testimonio más contundente de un artista que, en años no del todo fértiles para la relevancia compositiva del rock nacional masivo, se dedicó a grabar, experimentar y aventurarse en sus propios formatos hasta agotarlos y regenerarlos.
Era un viejo proyecto del cantante. "Elegir éxitos, olvidos, grabaciones más maduras, más acertadas, mas poéticas. Armar un buen retrato, algo más completo que un grandes éxitos, que es un concepto muy optimista, porque supone tener éxitos grandes y suficientes. Después de escuchar discos y grabaciones durante dos o tres semanas, nos dimos cuenta de que sólo podíamos armar seis buenos discos, que era imposible siquiera escucharlo todo." Sí, "sólo" seis discos, dijo Andrés. Y dos DVDs. Una edición prepotente que, además, incluye un libro de 184 páginas con letras, ilustraciones y testimonios de Calamaro y sus colaboradores "behind the songs". Se vende a 250 pesos, aunque también están sus versiones reducidas (CD, CD + DVD o DVD doble) a precios habituales.
La puerta de entrada del box set funciona, en efecto, como un grandes éxitos: de los discos hi-fi que unen los dos extremos de la década –Alta suciedad (97) y La lengua popular (07)– y de todas las escalas intermedias – Honestidad brutal, El salmón, El cantante, El regreso, El Palacio de las Flores, Tinta roja. Los tres primeros CDs de la caja son un compilado más o menos tradicional (e inclusivo) de esas grabaciones. De los 109 temas totales, cincuenta y cuatro son inéditos o casi (muchos de ellos circularon online a través de sitios partidarios, otros tantos no habían salido a la luz). El cuarto CD es el que viene a engrosar el cancionero pop rock del Salmón. El corte acelerado "Bachicha" marca el rumbo del disco, con una decena de canciones que extrañamente se convirtieron en descartes. "Perdiendo el tiempo", por ejemplo, es un demo de lujo para Alta suciedad que podría haber sido hit. "Ahora no recuerdo por qué fue que la descartamos", dice Calamaro. "Quizá no estaba muy seguro de la letra." "Colegio de animales" quedó afuera de Honestidad brutal, era parte de las primeras grabaciones en Palermo ("El día de la mujer mundial", "Paloma", "Los aviones"). Es un tema que respira un resentimiento contagioso y comparte con aquellos clásicos esa cosa de manifiesto de autopropulsión ("voy a dejar mi sangre en los canales/ se terminaron las vacaciones/ me vuelvo al colegio de animales"). Para Andrés, esas sesiones, de por sí, podrían haber sido un disco consistente. Pero no. "Si seguimos grabando fue porque queríamos seguir encerrados en estudios. Empezamos tranquilos y terminamos como auténticos cocaine cowboys", dice hoy. "Creo que buscábamos una excusa para seguir despiertos." "De la lluvia" es otra de esas melodías cantarinas y fluidas de Calamaro, de una nostalgia optimista, un tipo de canción recurrente pero entrañable en su obra. "La grabé yo solo en un estudio doméstico en Madrid, una especie de submarino acústico en medio de un cuarto piso", cuenta.
Además de las colaboraciones musicales (Mariano Mores, Jerry González, Loquillo) y estelares (Maradona aparece en "Hacer el tonto", "El día que me quieras" y "Mi enfermedad"), la edición rescata un emocionante homenaje a Pappo (en vida), una chacarera titulada "No tiene perdón". "Fuimos muy amigos", dice Calamaro. "El venía muy seguido al estudio o a encontrarse conmigo. Fue muy gamba, él estaba en un momento sensible de su vida personal y musical, encontrándose con el blues de nuevo. Y con la tristeza. Fue después de grabar Honestidad brutal. Fuimos con Gringui a El Pie y grabamos un disco entero dedicado a Pappo –en un fin de semana– y sólo para mostrárselo a él. Como es de suponer, terminamos al borde de la locura, y perdí una valiosa Telecaster cuando impactó contra el piso del estudio con insistencia. Pero grabamos cosas lindas; versiones, blues y canciones. Antes de terminar invitamos a Pappo a escuchar y a tocar. Si realmente Pappo derramó alguna lágrima va a seguir siendo un secreto íntimo."
También hay una versión "red, hot & latin" de "Media Verónica" que Calamaro había grabado con Clota Ponieman para un disco en apoyo a la lucha subcomandada por Marcos en Chiapas. "Me ofrecieron armar ese disco, intenté contactarme con varios músicos y poetas españoles, incluso con Manu Chao –a quien dejé un mensaje en el contestador–, pero casi nadie me respondió", recuerda. "Del otro lado el viento" es la canción que en Alta suciedad se convertiría en la balada orquestal "Comida china". "Este es el demo que había grabado en Madrid, todavía con Rodríguez y antes de una gira importante con Joaquín Sabina", explica Andrés. "La letra es diferente, por algún motivo pensé que tenía que intentar mejorarla y le cambié varias cosas en el estudio."
El disco quinto va del situacionismo de cinta ("Mono de Kubrick", "Rivothriller") al ejercicio de posesión histriónica ("Pobre pibe"). Samples, voces distorsionadas, frases autodefinitorias ("vivo del olvido"), música incidental onírica ("De mi esperanza"), jazz ("Astoria"), flamenco ("Duermen los niños", con Javi Limón para la película de David Trueba Bienvenido a casa), house rústico, juegos de palabras y psicosis musical. La escucha de este CD se puede volver ardua, pero completa el espectro anímico de la década del Salmón, llena de tormentas emocionales, aluviones tóxicos y cardúmenes de canciones inolvidables. Es, en realidad, la médula de la caja negra si la entendemos como el inventario descontrolado de una explosión creativa.
El sexto CD es un compilado de covers (tango, bolero, rock nacional e internacional) y los DVDs reúnen imágenes de shows, sesiones de estudio, entrevistas, tomas íntimas en pleno lost weekend (una versión narcótica de "Imágenes paganas") y videoclips. Les falta un poco de edición –hay demasiadas versiones de los mismos temas– y la exploración minuciosa puede tener efectos colaterales, pero los fans no podrán decir que Calamaro se quedó corto con este formidable relato no lineal de su propia revolución turra.
Por Pablo Plotkin
Fuente RS
No hay comentarios:
Publicar un comentario